El inglés… ¿idioma de las conferencias?
En un mundo en el que se hablan alrededor de unos 6900 idiomas y aunque se estima que más de un 50% de la población mundial es bilingüe o multilingüe, el hecho de poder expresarse en inglés, lengua franca imperante actualmente, presenta unas ventajas irrebatibles: posibilidad de comunicarse con personas procedentes de cualquier rincón del mundo, acceso a una mayor cantidad de información en Internet, posibilidades profesionales en la escena global, etc.
Este fenómeno de expansión en el uso de ingles como idioma de comunicación también avanza a marchas forzadas en el mundo de los congresos y conferencias, y se oye cada vez más a ponentes procedentes de diversos países expresarse en inglés. Si la iniciativa es a primera vista de lo más loable, cabe preguntarse si la utilización de una lengua franca presenta la mismas ventajas en ese contexto.
La organización de un congreso persigue un objetivo claro: intercambiar información, presentar nuevos proyectos, o cualquier otra razón que tenga como telón de fondo comunicarse con una audiencia y/o contertulios. Resulta obvio por lo tanto, que el éxito de un congreso dependerá en gran medida de la calidad de dicho proceso comunicativo.
En ese sentido, un congreso especializado difiere mucho de una charla informal entre amigos, y los inconvenientes de utilizar un único idioma pueden fácilmente contrarrestar sus ventajas. Tendremos pues que establecer una clara distinción entre las personas que dominan con holgura el idioma y aquellas que “se defienden”.
Si el orador se siente muy cómodo expresándose en inglés, probablemente tengas más sentido contratar exclusivamente a intérpretes de inglés, con el consiguiente y deseado ahorro en costes, pero si el referido orador no consigue transmitir su mensaje con precisión en lengua inglesa, no entiende los matices de las preguntas o dudas que le plantee la audiencia, o incluso simplemente no consigue articular frases de forma natural parece más que prudente recurrir a servicios de interpretación de su idioma materno, y ello por dos razones de igual peso:
- Por un lado, el orador podrá concentrarse en transmitir su mensaje de forma fluida y precisa y no en hacer gala de un buen inglés.
- Por otro lado, los intérpretes también podrán traducir su discurso hacia el español u otro idioma de la audiencia según el país en el que estemos, con mejores resultados ya que algo de los que muchos se olvidan, es que no es lo mismo interpretar un discurso relativamente bien estructurado, que uno con fallos gramaticales o imprecisiones terminológicas. Si seguir el hilo de unas ideas mal expresadas puede resultar complicado para un simple oyente, esto es más cierto aun para una persona que tiene que traducirlo a otro idioma. Es imprescindible, entender de forma precisa lo que la persona quiere expresar.
Parece por lo tanto prudente tener presentes ciertas consideraciones antes de elegir el inglés como lengua franca por defecto. Dicho esto, los factores de decisión son varios, y la elección entre lengua franca o idioma materno dependerá de una ecuación que relaciona dominio del inglés por parte de los oradores y coste añadido de la contratación de intérpretes de otro idioma. Una ecuación sin resultado fijo.